Iglesia de San Salvador

Arquitectónicamente, la iglesia es una construcción de planta de cruz latina, con tres naves de tres tramos cada una y una transversal para formar el crucero. Fue construida en el siglo XVII. La fachada, solemne y reposada, fue la primera gran realización arquitectónica con la que se llevó a cabo la transformación de la iglesia románica en un suntuoso templo clasicista y barroco. En ella destacan las imágenes de San Benito (centro), San Rosendo (derecha) y el obispo de Guadix San Torcuato (izquierda), así como el escudo abacial bajo una espectacular corona vaciada presidiendo el edificio.

La dirección de la obra de la iglesia y su traza son de Melchor de Velasco, arquitecto clasicista con el que colaboran otros monjes arquitectos. La cúpula, obra de Pedro de Monteagudo, está decorada con sartas de frutas, escudos en sus pechinas, y pinturas de carácter hagiográfico. En el interior es tanta la riqueza conservada que será bueno organizar brevemente su visita:

Retablo Mayor: Obra del escultor Francisco de Castro Canseco, está dedicado al Salvador, titular del templo. En el centro se encuentra la imagen de la Transfiguración; a los lados, en forma de tríptico triunfal y glorioso, la Resurrección y la Ascensión, situadas entre monumentales columnas salomónicas sostenidas por los cuatro evangelistas. Arriba, en el cascarón, lo que se reproducen son temas de la infancia de Jesús (la Adoración, el Nacimiento y la Circuncisión) custodiados por cuatro figuras ecuestres, el propio San Rosendo, Santiago, San Millán y San Fernando. Tras unas celosías, en los pasillos laterales y bajo sendas imágenes identificativas, en sendas urnas de plata (1601) del orfebre vallisoletano Juan de Nápoles se guardan los restos de San Rosendo y San Torcuato. El conjunto se refuerza con una serie de interesantes y valiosos relieves de alabastro policromado en los que se reproducen temas evangélicos relativos a la infancia y a la pasión de Jesús.

Otros retablos: La mayor parte de los retablos situados en las calles laterales también son barrocos y, a excepción de los de la Crucifixión y la Inmaculada que forman parte del conjunto del Retablo Mayor y son obra de Castro Canseco, anónimos. En todo caso, constituyen piezas de gran calidad artística, como es el caso de los de San Benito, San Rosendo, Santa Escolástica.

Coros: Existen dos en excelente estado de conservación gracias a los procesos de restauración de los últimos años. El conocido como Coro Alto se sitúa en la parte alta de la nave central, sobre el Trascoro, y pertenece a los primeros años del siglo XVI. De estilo gótico flamígero y dotado de 56 sitiales, conserva unas hermosas celosías caladas con variaciones geométricas diferentes y una riquísima colección de elementos oníricos y mitológicos en las misericordias y en los medallones de los brazos laterales, destacando sobre todos ellos la presencia de un monje gaitero. El otro, conocido como Coro Bajo, está ubicado en la parte baja de la nave central inmediata al crucero y conserva unas artísticas y monumentales puertas del siglo XVIII, con San Pedro y San Pablo, María y San Juan, que lo cierran al Trascoro. Es obra de Francisco de Castro Canseco y en la parte alta cada sitial está presidido por un santo benedictino, mientras en la baja se reproducen escenas de la vida y milagros de San Rosendo y de San Benito.

El Órgano: Aunque, debido al significado que el órgano tiene en el conjunto de la liturgia, es muy posible que hubiera uno anterior, el que se conserva en Celanova procede del siglo XVIII, concretamente del año 1710 que es cuando el escultor Castro Canseco realiza su contratación. A finales de ese mismo siglo el instrumento es sometido a una profunda renovación, cuya caja se conserva hasta nuestros días. Según Miguel Ángel González, el encargado de esta renovación realizada en 1776 es el organero franciscano Fray Felipe de la Peña, siendo posteriormente añadido el teclado por Francisco Urumburu en el año 1801. Después de más de cien años de utilidad, a mediados del siglo XIX su composición interior es sometida a una nueva reforma, retirando todos los elementos históricos y sustituyéndolos por una mecánica con soporte eléctrico. En el año 2001, el organero suizo con sede en Cataluña, Hans Späth, procedió a su vaciado y a su renovación interior, instalando la mecánica actual que cuenta con dos teclados, un pedalero, 32 registros y cerca de 1.800 tubos.

La Sacristía: Mantiene las magníficas proporciones del conjunto de la iglesia y alberga en sus paredes media docena de valiosos cuadros con personajes de la familia de San Rosendo, que son debidos a los pinceles de Gregorio Ferro (1742-1812), pintor gallego de reconocida fama que llegó a competir con Velázquez por un puesto en la Corte. Además cuenta con un relicario en el que se guardan interesantes piezas de orfebrería, así como una no menos interesante colección de casullas y otras prendas religiosas.

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