Castromao

El yacimiento arqueológico conocido con el nombre de Castromao se ubica en un monte dominante sobre el lugar de Santa María de Castromao, a 2,5 Km al NO de la capitalidad municipal, muy cerca de la carretera Celanova-Acebedo do Río.

Se configura como un recinto fortificado propio de la Edad de Hierro del NO peninsular, en la etapa histórica conocida como Cultura Castreña. Este castro ocupado ya en una época prerromana, sufriría pronto una fuerte romanización que se fue extendiendo por toda la zona baja que rodea al monte. Por todo ello se puede afirmar que la zona del monte es de época castreño-romana (la ocupación de la parte superior dataría del siglo VI o V a.C. y las plataformas que abrazan la cima fueron ocupadas hasta el siglo II d.C., mientras que en la parte baja se da una intensa y extensa presencia romana a partir de los siglos I-II d.C.)

El monte presenta una zona superior llana, de reducidas dimensiones, con abundantes afloramientos rocosos. En su esquina SE aún quedan restos de la cimentación de una pequeña ermita medieval destruida hace ya muchos años. La altitud de esta zona llega a los 732 m. y la panorámica que se divisa es impresionante, abarcando muchos kilómetros cuadrados de la provincia de Ourense.

Además de esta plataforma superior hay una especie de anillo más ancho por las zonas N y E, o plataforma llana que rodea la cumbre. Esta plataforma presenta unos muros de contención por la parte superior, lo que hace que la pendiente sea más escalonada, y una fuerte muralla en la zona inferior que la circunda y que determina la horizontalidad de la plataforma. Esta muralla tiene una longitud de 485 m. La superficie de la zona amurallada llegaría hasta los 20.0000 m2, y el eje máximo del recinto defendido por la muralla sería de 155 m.

A partir de aquí el descenso es muy acusado por todas las caras hasta llegar a las zonas llanas inferiores. Las primeras noticias del yacimiento fueron dadas por Barros Sivelo en las “Antigüedades de Galicia” (1875), en donde lo identifica con el topónimo “Castra Mamuaria”.

Más tarde es incluido en un trabajo de catalogación arqueológica por F. L. Cuevillas y X. Lourenzo en el “Catálogo dos Castros Galegos. Seizón II. Terra de Celanova” (Ed. Nós 1928). En este trabajo se hace una sencilla descripción del emplazamiento, defensas y medidas. Los dos estudiosos también realizaron dos zanjas exploratorias descubriendo parte del lienzo exterior de la muralla y sacando a la luz materiales cerámicos, un hacha de hierro, etc., pero no lograron encontrar restos de habitaciones en el recinto.

A continuación, en el año 1965, M. García Rollán, verdadero impulsor de este yacimiento, inicia una labor de prospección sistemática, encontraron restos de estructuras y excavando al año siguiente el sector NO de la plataforma que rodea la cumbre, descubriendo parte de la muralla y una docena de estructuras habitacionales con abundante material arqueológico: cerámicas, útiles de hierro y bronce, monedas, elementos arquitectónicos ornamentales,… Fue el primero en realizar una meticulosa estratigrafía en las zonas excavadas, distinguiendo y separando el material en cada una de las capas. Al mismo tiempo pedía ya que el yacimiento fuese protegido.

Poco tiempo después prosiguen los trabajos arqueológicos X. Ferro Couselo y X. Lourenzo, desde el año 1969 hasta el 1974, excavando esa misma plataforma al este de la zona excavada por García Rollán, descubriendo nuevas estructuras y encontrando más material arqueológico, entre los que destacan: una placa de bronce, Tábula de Castromao (Tratado de hospitalidad) datada en el año 132 d.C., entre los Coelerni (cuya capitalidad se ubicaba presumiblemente en Castromao) y un alto mando militar romano, y una pequeña vasija de cerámica con más de sesenta monedas del siglo I d.C.

A finales de los años 70 e inicios de los 80 es el Museo Arqueológico Provincial de Ourense el que se encarga de coordinar y dirigir los nuevos trabajos que permitan obtener una secuencia ocupacional, y seguir el trazado de la muralla. Se encuentran nuevos materiales cerámicos, tanto romanos (sigillatas) como trozos de tipo Alpiarca o Penha, datables en los siglos VII o VI a.C.. También se consolida un tramo de muralla por la cara N, y se excavan nuevas áreas del recinto castreño.

A lo largo de la última década, bajo la dirección del arqueólogo Luis Orero, se realizaron trabajos de consolidación de parte de las estructuras ya excavadas, así como otros trabajos de investigación de análisis de fosfatos, fotogrametría, topografía y planimetría, fotografía aérea convencional e infrarroja, cortes estratigráficos, que han dado como resultado la confirmación de la presencia de un posible asentamiento romano en esta parte. No hay que olvidar que por las inmediaciones de Castromao pasaba una vía que llegaría hacia Pontefreixo, en el extremo N del término municipal de Celanova.

Todos estos trabajos arqueológicos nos permiten tener delimitada una zona ocupacional en el recinto castreño-romano, en la que se encuentran a la luz más de setenta estructuras ocupacionales, tanto circulares como cuadradas, estructuras defensivas (muralla), muros de contención y nivelación, parte de una calle enlosada, etc. El reaprovechamiento de estas estructuras complica en muchos casos la cronología de la ocupación del yacimiento, ya que una misma zona pudo tener varios periodos ocupacionales.

El ingente material cerámico, vasos, vasijas, muchas con profusa decoración, datadas en distintas épocas, “sigillatas” romanas, tégulas, fíbulas de bronce, hornos de cerámica, monedas, elementos arquitectónicos decorados (de entre ellos habría que destacar un trisquel calado, de piedra), una extraña escultura zoomorfa en piedra, etc., que no hacen sino confirmar el alto grado de interés arqueológico de Castromao y la recomendación de hablar de un conjunto arqueológico, más que de un simple castro.

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