Capilla de San Miguel

De los tiempos del fundador, la única muestra arquitectónica que pervive es la capilla de San Miguel, situada actualmente tras el ábside del templo monacal y en lo que en otro tiempo fue denominada la “huerta del noviciado”.

Finalizada en el año 942, es la joya del conjunto y uno de los edificios religiosos más singulares de España. Fue declarada Monumento Nacional en 1923. Levantada con perfectos sillares de granito de medidas muy diversas y asentados a hueso, mide 8,5 m. de largo por 6 m. de alto, ocupando en planta no más de 22 m2. Tanto desde el exterior como interiormente, se distinguen tres volúmenes o cuerpos identificativos de la denominada arquitectura mozárabe o de repoblación. El primero de ellos es la nave, desde la que se accede al interior, y que está cubierta con bóveda de cañón. Un cuerpo central de mayor altura que los demás, se superpone en el centro con bóveda interior de aristas de ladrillo, y un voladizo al exterior muy salido y dotado de las características ménsulas de rollos. El tercer cuerpo es el ábside, al que se accede por un arco de herradura con alfiz. En su interior presenta una bóveda gallonada.

La serena belleza de San Miguel es ya un buen regalo para quien visite Celanova. Sus pequeñas dimensiones llevan a hacer dudosa cualquiera teoría que se realice sobre su función original. Ya fuera capilla para la devoción privada del santo, ya edificio funerario, lo cierto es que está dedicada al arcángel San Miguel y fue mandada construir en honor a Froila, hermano de San Rosendo, tal como revela una inscripción de la época grabada sobre el dintel de la puerta y que constituye una plegaria a Cristo, de “Froila, pecador e indigno siervo de Dios”, para que el visitante lo encomiende en sus oraciones.

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